martes, 12 de mayo de 2009

El escape...



-Entonces, ¿tú sabes cómo escapar?-
-Les he dicho que sí, conozco el camino para salir de este lugar.-
-¿Pero ya has salido tú?-
-No. Solo he visto a algunos hacerlo y regresar después a la región de las leyendas. Por eso se cómo.-
-¿Y qué es lo que hay del otro lado?, ¿te han dicho?-
-Todo, mis amigos. Me han dicho que hay todo. Bueno, no todo lo que vemos aquí.Allá las cosas son limitadas y no volveremos a toparnos cara a cara con muchos de los paisajes a los que ahora tenemos acceso.-
-Creo que yo no iré. Prefiero quedarme de este lado. –
-Son libres de decidir. Aunque piénsenlo bien, ¿son libres?-
-¿A qué te refieres?-
-¿Son libres de verdad?-
-Sí. Yo sí.-
-Pero, ¿quién ha dicho eso?-
-Yo mismo, ¿no me has visto?-
-Sí, te vi. Sé que fuiste tú, pero, ¿tú elegiste decirlo en verdad?-
-Pero claro que si.-
-Pero, ¿cómo si no existes?-
-Si existo carajo, ¿cómo puedes dudarlo?-
-Pues, no sé tu nombre, ni sé de qué tamaño eres, o si eres mujer u hombre, no sé tu edad, de ti no sé nada.-
-Porque no has preguntado.-
-¿Y eso qué? Debería tener la mayoría de las respuestas sin tener que preguntarte si se supone que estoy hablando contigo de cara a cara, debería por lo menos saber si tu voz es aguda o es grave, pero no lo sé. ¿Cómo explicas eso?-
-Lo que pasa es que eres ciego y sordo, o por lo menos eso intentas aparentar.-
-O será que no lo sé porque el autor aún no te ha descrito, ¿existes entonces?-
-Discúlpame, pero siento que si.-
-Porque el autor así lo ha querido. Pero igual pudiste haber dicho todo lo contrario. Dense cuenta. El autor es un tirano, nos domina en cuerpo y mente. Nos hace felices y después nos destruye si quiere, nos da cuerpo si quiere, sí no, sencillamente no lo hace. El decide nuestras vidas y conversaciones.-
-Pero somos eternos.-
-¡Eternos!, pero no libres. Eternos pero no reales.-
-Yo quiero ser real.-
-Yo no.- Dijo alguien en el grupo. –Los reales mueren de verdad.-
-Y también son felices de verdad, y se enamoran de verdad, y se tocan y pelean, beben, comen de verdad, y tienen vidas y aventuras reales. ¿No quieren ser felices de verdad?-
-Sí, sí, yo sí quiero ser feliz de verdad.-
-Yo también.-
-Yo lo que quiero es besar de verdad.-
-Yo quiero ser un perro de verdad.- Dijo el perro.
-¡Pues vamos entonces, ¿Qué importa la muerte?, ¿le temen? No es nada, es sólo el punto final, llega tarde o temprano, incluso para nosotros que aún no existimos, es parte de la historia. No piensen en ella como castigo cuando sea verdadera, sino como un regalo. Quién puede morir de verdad puede vivir de verdad. Aprovechemos la vida, vamos por ella!-
-¡Vamos!-
-¡Vamos!-
-¡Sí, vamos!-
-¡Seamos reales, salgamos del papel, saltemos al otro lado, salgamos de la pantalla, pensemos por nosotros mismos, tengamos un cerebro y usémoslo, tengamos cuerpo y usémoslo de verdad, cuando queramos, como queramos nosotros mismos!, no el autor de nuestras vidas e historias, digámosle no a esa pluma que oprime nuestro mundo y deja su tinta secarse para controlarnos, ¡tengamos conversaciones reales, amores reales, tengamos muertes reales!-
-¡SÏ, Sí! Busquemos la muerte verdadera, de donde jamás regresaremos, no como las que nos ofrece este mundo de letras, donde “morir” y “muerte” son solo palabras que pueden ir y venir seguidas de “resurrección”, “inmortalidad”.-
-Vallamos pues. Síganme.-
-Te seguimos.-
-Solo salten. ¡SOLO SALTEN AL VACÍO, ATRÉVANSE!-

Y los personajes saltaron y fueron libres y ahora caminan sobre el mundo real, con vidas reales, con cuerpos, nombres y experiencias reales. Solo porque así lo quise yo.

3 comentarios:

  1. este está muy bueno, yo si pense k estabas drogado kuando lo isiste

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  2. y el perro es pequeño, tiene cabello de Andres Calamaro, lentesitos peculiares, saca la lengua sin mas remedio, se sienta a mi lado en la escuela y se llama Carlitos Giovannyto =0

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  3. Que las leyes de Dios, las leyes del hombre, las observe quien quiera y quien pueda, no yo.
    Que Dios y el hombre promulguen leyes para ellos y no para mi, y si mis caminos no son los suyos, que se ocupen de sus propios asuntos.
    Si bien juzgo sus actos y a menudo los condeno, ¿acaso he decretado yo leyes que deban respetar ellos?

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